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En Junio de 2008, nada más comprar el torno y sin apenas herramientas, un amigo me consiguió un tronco de encina de unos 5 kilos cuyo destino era únicamente ser pasto de las llamas, ya que fue vendido como madera para leña. Pues bien, de este tronco, que a partir de ahora lo llamaré "trozo", me propuse un reto, sacar a "trozo" su mayor partido, es decir, el número máximo de piezas que se pudieran tornear y así servir, por lo menos, de adorno. En las siguientes fotos os muestro a "trozo" desde el momento en que me lo trajeron y las diferentes transformaciones que ha sufrido para conseguir de él piezas útiles y decorativas. |
Aquí os presento a "trozo" en su estado original y después de haber perdido su intimidad y su "ropa", mostrando sus "vergüenzas". |
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Dividí a "trozo" en partes más pequeñas para poder meterlas en el torno. |
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De la primera división obtuve un pequeño pero decorativo vaso, ya que le dejé la forma oblicua que tenía. |
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De la pieza más irregular saqué la base para realizar el mango del martillo del cascanueces. |
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Con lo que sobró de la pieza donde torneé el vaso, hice la maza para el martillo del cascanueces. |
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Con una de las piezas más grandes de "trozo" torneé uno de los cascanueces que hice. |
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Con la otra parte grande de "trozo" torneé otro cascanueces que regalé a su propietario inicial. |
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Es una pena que "trozo" no diera más de sí, ya que para el martillo del otro cascanueces, tuve que usar unos trozos de elondo que tenía guardados. |
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Aunque... todavía me costaba mucho tirar los restos que quedaban de "trozo", vi que de uno de ellos, se podía sacar una pieza de madera de unos 3 x 3 x 10 cm. Con una porción como la de la foto, pensé que se podían tornear las dos partes necesarias para montar un mecanismo de escritura. Y a ello me puse. Obtuve el bolígrafo que veis en las fotos siguientes. |
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Bueno, y hasta aquí la historia de "trozo", el fruto que ha dado, su manipulación y la viruta y los tacos que han sobrado, que, sinceramente ya soy incapaz de sacarles más "jugo", y ahora, sí creo que pueden servir para alimentar la chimenea. |
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Creo que esta historia demuestra que nada es insignificante y que cualquier trozo de madera lleva intrínseco, al menos para mí, mucho valor. Espero que os haya gustado. |